La reina Isabel II sorprendió al mundo cuando, en pleno mensaje por su jubileo de platino, expresó su deseo de ver a Camila Parker, la esposa de su hijo, el príncipe Carlos, convertida en reina.
Por Erika Roa T.
Aquella mujer que fue considerada por la propia reina Isabel II y su corte como una verdadera amenaza para la Corona inglesa por su relación extramarital con el príncipe Carlos, y la misma que fue señalada por Lady Di como la tercera en discordia en su matrimonio y que espetó sobre ella la famosa frase de: “Éramos tres en mi matrimonio, una multitud”. Hoy no solo será reina consorte, sino que además Camila Parker, Duquesa de Cornualles, representa increíblemente el futuro de la monarquía. La solución que hoy les pareció perfecta para acompañar a Carlos en el trono.
El sábado 5 de febrero la reina Isabel II escribió un nuevo capítulo en la historia de la realeza de su país al incluir en su discurso a Camila Parker. Después de ese día nada volverá a ser igual en Buckingham.
En el comunicado en el que recordó a su padre el rey Jorge VI y a su esposo Felipe de Edimburgo (fallecido en abril de 2021), dedicó un párrafo a su nuera con un sorprendente: “Y cuando en la plenitud de los tiempos, mi hijo Carlos se convierta en rey, sé que le darán a él y a su esposa Camila el mismo apoyo que me han dado a mí; y es mi deseo sincero que, cuando llegue ese momento, Camila sea conocida como reina consorte mientras continúa con su leal servicio”. Una cubetada de agua fría para los #DianaLovers. Nadie daba crédito a lo que estaba leyendo la monarca.
PALABRA DE REINA
Hagan de cuenta que Isabel II al expresar su deseo de ver convertida a Camila en futura reina consorte, le puso el sello de “Royal Warrant”, una orden irrefutable. ¿Quién se atreve a contradecir a esta monarca con uno de los reinados más impecables en la historia? Nadie.
Es de resaltar que el mensaje más importante en el discurso por su 70 aniversario como soberana se lo dedicó a Camila.
Isabel II cedió todo el protagonismo de un festejo irrepetible a su nuera. Solo ella podía legitimar a Camila como reina consorte, nadie más tenía la calidad moral, la reputación y la credibilidad para hacerlo.
Carlos durante años lo ha intentado en más de una ocasión y en cada uno de sus esfuerzos ha fracasado rotundamente. Inclusive una vez en la página web oficial de la familia real, en el perfil de Camila se agregó un título que aún no posee y solo las reinas consortes pueden llevarlo, todo con la intención de ver la reacción del colectivo. La respuesta fue contundente: “No queremos a Camila como reina”.
Es más, si Carlos ya siendo rey la hubiera nombrado reina consorte, probablemente hubiera sido muy criticado. Sin duda, en dicho momento perdería la batalla. Él lo sabe, por eso recurrió a su madre y presionó para que fuera ella quien la nombrara. Si lo decía Isabel II nadie diría nada, y así fue, aunque en las redes sociales, que hoy por hoy son el pulso de la opinión pública, la mayoría no estuvo de acuerdo y otros tantos mostraron resignación colectiva. Ni hablar, corona mata deseo colectivo.
PERO ¿QUÉ HA HECHO CAMILA PARA GANARSE A LOS WINDSOR?
A diferencia de la princesa Diana, la Duquesa de Cornualles es alérgica a los reflectores. No le gusta brillar ni ser el centro de atención, le incomoda bastante. Simplemente no le importa, por eso, ella es la mujer perfecta para Carlos, a quien sí le gusta relucir tal como le agradaba a Diana. De ahí que esta pareja no prosperó por los constantes celos de Carlos cuando Lady Di acaparaba los flashes.
La estrategia de Camila ha sido volverse indispensable para los Windsor. El diario The Telegraph asegura que Camila se ha vuelto un apoyo incondicional para Isabel II, especialmente desde que perdió a su esposo, Felipe de Edimburgo. También fue una gran confidente para Kate cuando el conflicto con Meghan Markle se volvió insostenible.
La tarea de Camila dentro de la familia real no ha sido brillar, sino apoyar a todos. Es el valor que hoy reconoce la monarca al nombrarla futura reina consorte cuando llegue el momento de que Carlos se convierta en rey.
El príncipe no puede quejarse, se ha salido con la suya en casi todo, se le ha apoyado y ha hecho lo que ha querido con su vida, aunque en el camino dejó varios damnificados.
Parece que se está acercando la hora de demostrar de qué está hecho y si en realidad nació para reinar. Convertido en rey, si Carlos se equivoca, la factura la pagará la monarquía y pondrá en peligro su continuidad.
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