Foto: Einar González para CARAS
El aislamiento que hemos vivido desde marzo no es sencillo para un adulto. ¿Y entonces cómo será para los niños y niñas? Reunimos algunas de estas pequeñas voces para conocer su experiencia.
Cando a finales de marzo se anunció el inicio de la “cuarentena”, muchos creímos que ese periodo no pasaría de un par de meses, que los niños regresarían a clases antes de terminar el ciclo escolar y, en el caso de aquellos que concluían una etapa en su progreso educativo, se despedirían de profesores y amigos —como lo habitual—. Sin embargo, ya pasaron nueve meses desde la declaratoria de emergencia, las dinámicas presenciales de los menores están muy lejos de recuperarse y esta permanencia tan extensa en casa puede repercutir en ellos de distintas formas.
De acuerdo con un estudio publicado por JAMA Pediatrics, elaborado por las universidades de Huazhong y Carolina del Norte y aplicado a mil 800 adolescentes en Wuhan, arrojó que uno de cada cinco menores de edad presentaban síntomas depresivos o de ansiedad luego de un mes de encierro. En el caso de nuestro país, un reporte realizado por la Unicef reveló que, hasta mayo, 35.7 por ciento de los hogares mexicanos sufrieron algún síntoma de ansiedad severa.
Si como adultos puede ser complicado dimensionar el encierro y manejar nuestras emociones, ¿cómo podemos guiar a los niños que hay en casa en este proceso? La Unicef publicó una serie de recomendaciones para ayudar a los pequeños durante esta etapa, una de ellas es hablar con ellos y escucharlos. Siguiendo este tip, nos acercamos a niños y niñas de distintas edades para que nos platicaran cómo han vivido ellos esta temporada de confinamiento.
Mal, no me gustó. Lo único por lo que voy a la escuela es por mis amigos. Extraño mucho estar con ellos.
No los veo tanto, porque no comparto clases con mis amigos. Sobre las clases en sí, no siento que esté aprendiendo tan bien, me distraigo fácil, mis calificaciones bajaron en esta modalidad.
Sí, mucho.
A mi mejor amigo, Mateo.
No me gusta el cubrebocas. Pero hay que usarlo, porque si no, nos podemos contagiar.
Ir a los torneos de soccer con mis amigos, poder viajar. Quería ir a Chicago con mi mamá, nosotros solitos, pero ya no pudimos por el Coronavirus.
Que debemos acostumbrarnos.
Mi primera reacción fue de: “¿Qué está pasando?” Usualmente, me despiertan y llevan a la escuela; pero un día, de la nada, me desperté solo, nadie me había levantado. Cuando me explicaron que fue por una enfermedad, yo fui de: “¿Cómo? No entiendo”.
Me incomoda, pero hay que usarlo porque nos protege del virus.
Me siento mejor que al inicio.
Usualmente, me distraigo con juegos de mesa con mi hermano. También tomo clases de piano y de ejercicio, son muy divertidas.
La verdad, al inicio, estaba superemocionada. Pensé: ¡qué rico, un mes sin escuela!
No. Me da mucha nostalgia. Pienso en que tengo que apreciar mejor lo que tengo.
Para mí, este fue un año en el que no tuve lo que quise, pero aprendí a valorar mucho más lo que ya tenía y eso me ayudó bastante.
No, nunca me voy a acostumbrar, la verdad.
Hablo con mis amigos por FaceTime. Leo un rato. También me pongo a hacer ejercicio, eso me ayuda a mantenerme feliz.
Ir a la escuela. Y esa emoción que sentías el viernes de irte a casa de tu mejor amiga y luego ir a una fiesta juntas, sin tener que preocuparte por usar cubrebocas.
De todo se puede aprender. Y la lección más importante de esto es apreciar lo que tienes y también lo que tuviste, para que cuando vuelva sepas valorarlo mejor.
Sí, estaba en Cuernavaca con mis amigas. Cuando recién se escuchó la palabra, sí pensé que era un virus, muy peligroso, pero que iba a durar solo un mes.
Tristemente, sí.
Bien, porque le echo ganas. Pero es difícil porque hay muchas distracciones. No está padre no estar en el salón, porque no puedes ver a tus amigas, por ejemplo. Verlas es lo que más extraño de ir al colegio.
Ahorita me siento bien, estable; estuvo difícil acostumbrarse a vivir en cuarentena.
Que tienes que disfrutar cada momento. Yo no sabía que mi último día de escuela, de sexto, iba a ser el 12 de marzo, si no hubiera gozado esos últimos días… Así que disfruta todo lo que tienes, porque se puede ir en cualquier momento. Intenta hacer lo mejor de una situación mala.
Estaba a punto de viajar con mi mamá a Nueva York. Íbamos a ir en grupo para una cosa de baile, luego fueron cancelando varios y al final solo continuamos como tres familias. Recuerdo que pensamos: “No pasa nada, esto se acaba en un mes”. Ya en Nueva York, los primeros días todo estaba de lo más normal, pero al final fueron cerrando, la gente se quedaba en su casa y sí nos preocupamos, fue de; “¿Qué está pasando?”. De repente, en un chat que tenemos de la generación, nos avisaron que se canceló la escuela y yo creí que estaba padrísimo, porque no tenía que preocuparme por estar en clases. Pero pasaron meses y meses y meses…
Sí me estresó mucho, pero tenemos que echarle ganas porque, de lo contrario, se complican las cosas. Creo que a nadie le gusta; te desconcentras, tienes más distracciones, te confundes demasiado.
Pienso que sí. El cambio de escuela ha sido muy grande. Hay cosas que ya me habían enseñado y se me olvidaron; cuesta trabajo recordar todo lo que nos enseñan.
Normalmente veo mi teléfono, estoy con mis perros o con mi familia. Tomo clases de baile dos veces por semana y lecciones de canto.
Valorar a las personas que sí tienes. Nunca imaginé que íbamos a terminar aquí; al inicio estaba superemocionada porque no iba a tener escuela, pero ahora la extraño, ya no me gusta estar aquí.
Esta plataforma se enfoca en darle a niñas de 10 a 16 años las herramientas necesarias para ayudar a promover su autoestima, fortaleza y confianza. Pueden encontrar diversas conferencias, talleres y dinámicas para sacar lo mejor de cada una de estas pequeñas.