El cantante Enrique Iglesias muestra su lado más paternal.
Aunque lleva más de dos décadas enamorando a medio mundo con sus pegadizos temas y sus espectaculares puestas en directo -recordemos que es una de las grandes figuras mundiales de la música en español-, el cantante Enrique Iglesias ha tenido que enfrentarse a lo largo de los últimos ocho meses a más de una prueba de fuego con la que medir el verdadero alcance de su encanto y carisma: una serie de desafíos en los que sus hijos Nicholas y Lucy -fruto de su sólida relación con Anna Kournikova– han ejercido nada menos que de implacables jueces.
Pero como acaba de dejar patente el astro de la música por medio de un entrañable vídeo publicado en su cuenta de Instagram, sus habilidades y su dilatada experiencia en lo que a entretener a las masas se refiere le han sido de gran utilidad no solo para robarles el corazón a sus retoños -lo cual probablemente ya hizo tan pronto como llegaron al mundo-, sino también para hacerles reír a plena carcajada con cualquiera de sus improvisadas actuaciones domésticas.
“Un público muy difícil de entretener”, ha escrito con ironía en su espacio personal para describir la grabación y, sobre todo, para alardear de entusiasmo con el que sus retoños han recibido su idea de divertiste por el patio imitando a una especie de gallina hiperactiva.
Su lado paternal
El nacimiento de los simpáticos y adorables mellizos a mediados del pasado mes de diciembre, cuyo proceso de gestación se mantuvo en el más estricto secreto gracias a la pericia con la que Anna y Enrique han sido siempre capaces de proteger su vida privada del interés mediático, ha logrado curiosamente que la pareja sea ahora mucho más abierta y transparente a la hora de compartir públicamente ciertos aspectos de su plano más íntimo y personal.
“Me convertí en padre hace ya doce semanas y hay dos cosas que ya les puedo decir: ¡amo a mis bebés! Los quiero con locura. Bueno, en realidad os puedo decir tres cosas: quiero a mis bebés, quiero a mi chica y os quiero a todos vosotros por estar aquí esta noche. ¡Gracias por vuestra lealtad!”, se confesaba el pasado mes de marzo con los asistentes a su último concierto en Budapest (Hungría): una declaración cuando menos sorprendente dado el hermetismo que tradicionalmente exhibía en este ámbito.