De la mano de su creador, Sonny Kirchner, llega la segunda edición de Misonny Art Festival; una propuesta innovadora que nos adentrará en el mundo del arte en el metaverso.
Por Samia Becil Canavati
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A grandes rasgos , ¿qué es el Misonny Art Festival? ¿De dónde surgió la idea?
Surge por un estudio de mercado que hice durante la pandemia, con el que me di cuenta que el mundo del arte emergente estaba focalizado en artistas que contaban con los recursos económicos y sociales necesarios para darse a conocer, y no necesariamente en si el artista era bueno o no.
Me di cuenta que habían artistas increíbles que podían marcar un parte aguas en la historia del arte y que nadie los conocía porque no estaban teniendo el apoyo que necesitaban para darse a conocer. A raíz de eso, empecé a hacer exposiciones con estos artistas para que los conocieran personas que cuentan con los recursos para apoyarlos; tanto comprando sus obras, como recomendándolos con galerías y metiendolos a ferias de arte. Fue así como nació Misionny Art Festival.
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¿Qué hace tan especial el Misonny Art Festival?
La primera edición del festival fue el año pasado, gracias a Dios fue increíble y un éxito total. Nos dimos cuenta que los asistentes, aunque su profesión no tuviera nada que ver con el arte, no solamente conocieron y compraron arte, sino que les empezaron a surgir ideas y propuestas de negocios. Lo que hace mágico el festival es que juntamos a gente de todas partes del mundo, con gustos y aficiones distintas y se crea una sinergia entre ellos impresionante.
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¿De dónde nació tu llamado a dar visibilidad e impulsar a artistas emergentes?
Gracias a Dios tengo una familia que me ha dado los recursos necesarios para desarrollarme profesionalmente y por eso me siento con el deber de ayudar a los demás, porque sé que tengo el poder de cambiarle la vida a alguien.
Llevo desde los 21 años viviendo fuera de nuestro país y en todos los lugares en los que he estado, siempre he visto el mismo problema social: solo tiene éxito quien tiene los recursos suficientes para darse a conocer. Entonces, como siempre supe que tenía que hacer algo con el arte, cuando se me presentó la oportunidad dije “esto lo voy a hacer pero en grande”. Quería reunir a gente de todas partes del mundo, que conozca a artistas emergentes y que por medio de sus obras se pudiera dar un mensaje.
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¿Cuál era tu visión al empezar a crear estos eventos en los que convergen el arte, la gastronomía, música y tecnología? ¿Qué buscabas con ellos?
Como soy una persona creativa, quería que mi primera exhibición fuera algo fuera de lo convencional. Tuve solo a dos artistas emergentes; uno de España y otro de Alemania. En esa exposición, invité a un artista muy exótico que daba un mensaje tanto musical, como lingüístico por medio de unos audífonos y me di cuenta que lo que se estaba viviendo ahí era una experiencia sensorial, y lo que se estaba creando era un concepto nuevo.
Cuando terminé de hacer esa exposición, en la que tuvimos casi a 300 personas, me di cuenta que quería seguir haciendo eso pero no lo quería para 300 personas, lo quería hacer para muchísimas más. Sobre todo, quería que fueran en sitios fuera de lo convencional, siempre tirando a la naturaleza; me encanta poder darle la libertad al arte y celebrarlo al mismo tiempo. Es por eso que, al final de las exposiciones, incluyo otras ramas del arte como lo son los performance, la música y los djs.
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Cuéntanos, ¿por qué decidiste hacer este festival en modalidad mixta: presencial y en el metaverso?
La edición del año pasado, como era mi primera, quería que se hiciera viral y que todo mundo supiera lo que estábamos haciendo para los artistas emergentes. Sabía que tenía que ser algo que tuviera que ver con NTFS y la nueva tecnología de blockchain porque durante y después de la pandemia, se empezaron a vender obras de NFT más caras que un Picasso o un Rembrandt. Ahora, en esta segunda edición, quise seguir innovando y adentrarme en el tema del metaverso.
Quiero dar el mensaje de que el metaverso no viene a sustituir algo, no viene a cambiarnos la vida para mal, al contrario, es una tecnología que todos los sectores pueden utilizar para potencializar sus negocios.
Ahora mismo, los artistas que llevan más de 11 años trabajando en el arte digital, están empezando a ser reconocidos y la otra parte de la industria del arte, que es más seria, está inconforme con esto, no lo ven viable. Al final, estamos viviendo en la era de la tecnología y como personas que trabajamos en la industria del arte es nuestra responsabilidad saber cómo funciona el mundo del metaverso.
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¿A qué retos te has enfrentado al adaptar este festival a un método mixto?
Me he enfrentado a muchísimos. Podría decir que el reto principal es que soy extranjero y que vengo con un concepto totalmente nuevo. Si algo digo siempre, un poco en plan de broma, pero también un poco serio, es que vengo a la revancha de la conquista. (risas).
El mundo del arte es un sector retrógrado y mis ideas son muy innovadoras, pero son precisamente esas adversidades las que han hecho que no quite el dedo del renglón. Y aunque me he encontrado con dificultades por ser mexicano, también ese mismo factor me ha abierto otras puertas muy buenas.
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¿Qué es lo que más disfrutas de crear este tipo de experiencias?
El drama (risas). Trabajo mucho mejor bajo presión y con drama. Me ha pasado que tengo obras atoradas en aduana y vaya problema que ha sido. Sin embargo, lo disfruto demasiado porque aprendo muchísimo.
Otra cosa que me encanta es que estando en este ambiente, he conocido a gente increíble: artistas, historias, personas que tienen un sueño y que me doy cuenta que este sueño mío -que estoy llevando a cabo- alimenta los sueños de otros. No hay nada más bonito que sentir que estás haciendo algo bonito por los demás.
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¿Qué mensaje o sentimiento te gustaría que se lleven todos los que asisten a tus festivales?
La empatía. Para mi es muy importante generar este sentimiento hacia las personas y hacia lo que hacen. Creo que es importante que seamos conscientes de que todos estamos tratando de hacer algo, de sobresalir de alguna manera. Entonces, es clave que hagamos entender a los demás que el día de mañana podría ser tu hijo o tu sobrino quien está buscando vivir del arte.
La base de todo esto es la empatía y que los asistentes regresen a casa, después de haber vivido una experiencia increíble, queriendo regresar a la siguiente.
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