Pablo Gamboa logró empezar su propio emprendimiento, Indigo, con base de su propia filosofía.
Por Karen Huerta Arceo
Foto Einar González
Tras haber estudiado dentro del rubro empresarial y haber concluido con cursos, especialidad y maestría en diferentes partes del mundo, Pablo Gamboa tuvo la idea de tomar un sabático para descansar y pasar tiempo consigo mismo. Las vacaciones nunca llegaron, pero vino algo mejor. “El proyecto me buscó a mí, diferentes marcas me buscaron, empecé a hacer proyectos como freelance, junté un gran equipo y sin darnos cuenta, ya éramos una empresa”, declaró Pablo.
Indigo es el resultado de años de trabajo de un gran equipo; un despacho de interiores que combina desde proyecto hasta ejecución. “El proceso de emprender es muy duro, tiene sus altas y bajas, pero el poder plasmar tu visión de las cosas en una empresa, es increíble”, comentó Gamboa.
El emprender, no es tan fácil como todos lo imaginamos, la parte más difícil para Pablo al empezar su emprendimiento fue comercializar ideas, el tratar de vender una idea no materializada que conlleva algo completamente suyo, su filosofía. Tras altas y bajas, logró compartir y empapar a su equipo con su inspiración y visión, es por eso por lo que Indigo es lo que es hoy.
“Me inspira cómo vive la gente, como disfruta de los espacios, no vives en el espacio, sino vives con el espacio”. La esencia de Pablo es dinámica, siempre busca innovar, para así lograr expandirse.
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