Desde la intimidad de su hogar, los diseñadores Rudy F. Weissenberg y Rodman Primack nos platican sobre su vida y pasión por el arte y el diseño, los cuales llevan en el ADN.
Por Samia Becil Canavati
Fotos Christopher Armenta
Rudy F. Weissenberg y Rodman Primack: su pasión por el arte
Bastó con abrir la puerta del departamento, para percibir la esencia creativa y divertida de Rudy y Rodman. Después de una cálida bienvenida, nos acomodamos en la sala, también diseñada por ellos, y empezamos por preguntarles sobre el inicio de su historia como pareja. Inmediatamente los rostros de ambos se pintaron con una sonrisa. Nos contaron que se conocieron hace poco más de 20 años en una fiesta navideña en la ciudad de Nueva York. Rudy cuenta que él llegó antes y al ver que no le gustaba el ambiente decidió irse. Cuando ya se iba, vio entrar a Rodman y pensó: “Mejor me quedo cinco minutos más, a ver qué sucede”. Rodman completó la historia diciendo que ese fue el inicio de todo, “hemos estado juntos desde esa noche”.
“La gente a la que le gusta el arte, prácticamente trae un gen de nacimiento, pues hay personas que nacen en núcleo familiar y social donde nunca fueron expuestos al arte ni al diseño, y les fascina; y hay otros que toda su vida estuvieron expuestos y nada más no les gusta”. Rudy F. Weissenberg
Al preguntarles sobre su amor por el arte y el diseño, los dos coincidieron en que es algo innato, que lo llevan en el ADN. “La gente a la que le gusta el arte, prácticamente trae un gen de nacimiento, pues hay personas que vienen de un núcleo familiar y social donde nunca fueron expuestas al arte ni al diseño, y les fascina; y hay otras que toda su vida estuvieron en contacto y nada más no les gusta”, afirma Rudy.
Por su parte, Rodman agrega que ‒a pesar de que los dos crecieron en distintos lugares, él en Estados Unidos y Rudy en Guatemala‒ ambos demostraron mucho interés por el arte desde su niñez. De esta manera, nos platican sobre la influencia que tuvieron sus abuelas maternas en fomentar este amor hacia la cultura en ellos. Además de afirmar que desde niños se dieron cuenta de que llevaban el diseño en la sangre por la forma en la que pasaban su tiempo libre. “Nos encanta ir a galerías y museos, es lo que nos hace pensar, imaginar y lo que nos inspira en la vida.
Los diseñadores, situados entre Nueva York y la CDMX, se han caracterizado por poner nuevas propuestas creativas sobre la mesa, sin dejar de lado a los artesanos de cada localidad en la que desarrollan sus proyectos, pues para ellos es fundamental que cada pieza y espacio que diseñen tenga muy bien marcada la esencia de los creadores.
“Para nosotros, lo más importante al iniciar un proyecto nuevo, es encontrarnos con el cliente, entender qué es lo que le gusta y cómo es su vida. Y después, comprender a profundidad la cultura y estilo de vida del entorno en el que está situado el espacio donde desarrollaremos el plan. De esta manera ‒y tras mucha investigación‒, podemos entender que cada proyecto tiene su propio espíritu y su propio corazón”.
Al hablar sobre su proceso creativo, nos confiesan que este varía mucho, pues ninguna intervención es igual a otra, cada una posee su propio ADN y tienen que dejarse llevar por lo que el cliente busca.
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