Por medio de diversas tonalidades en óleo y bajo un formato que va del mediano al grande, la pintora ha encontrado en el arte, la forma de expresar sus emociones. A la fecha, sus obras se han expuesto en diferentes lugares tanto en México como a nivel global.
Por Cecilia Morales Andere
Fotos Einar González / Cortesía
CARAS ARTE
Carla Elena recuerda pasar las tardes durante su adolescencia en casa ‒haciendo dibujo con modelo‒, aunque la sensibilidad artística familiar que ella hereda se liga a la música.
“Probablemente, si hablamos de sangre, pueda ser por el lazo del reconocido maestro colombiano, David Manzur, quien es primo hermano de mi abuela”, nos comenta la artista. Una de las actividades que realizaban en familia, durante su niñez, era visitar distintas exposiciones y museos, pues su papá es un apasionado del arte. “Él compraba lo que le gustaba, no lo veía como una inversión, creo que cuando él siente una conexión con las obras, las adquiere. Así entiendo hoy el arte, pues es una expresión y comunicación entre el artista y el público”, comparte.
Después de 25 años de continuas exposiciones, nos comenta que para ella, el arte es una cuestión de valor y de atreverse, ya que “no expones tu arte, más bien te expones”, afirma.
Entre sus obras más representativas y que han recibido diversos galardones, se encuentran sus retratos, desnudos, La mujer de sal o Génesis. Asimismo, uno de los proyectos más satisfactorios para ella, fue la creación de uno en el que logró expresar la naturaleza de seis caballos. “Descubrir la personalidad de cada uno de ellos y plasmarla fue un logro inmenso para mí”.
¿Con qué etapa del arte te identificas?
Conforme crecí y abrí mi mente, acepté cada una de ellas. Cuando conocí el expresionismo me costó un poco de trabajo entenderle al principio, pues lo sentía muy violento. Se desarrolló en una época complicada para el mundo, recordemos que eran las guerras mundiales y todo era terror, aunque hoy es uno de mis favoritos, también me gusta el impresionismo.
¿Qué admiras del impresionismo?
Es algo muy dulce y cuando tenía 15 años, me gustaba mucho la libertad y la dulzura que podía plasmarse, los colores eran muy ligeros y la obra mostraba momentos cotidianos.
¿Cuáles fueron tus primeros dibujos de manera profesional?
Siempre me ha gustado dibujar rostros y desnudos. Desde mi óptica, no hay forma de pintar sin darle vida a cualquier elemento. Esto se logra con mucha disciplina y con bastante tiempo de práctica dedicada a impregnar todo lo que nos hace estar vivos.
¿Qué es para ti la pintura?
Es una forma de vida, no solo es pintar, al mismo tiempo es estudiar psicología, filosofía y más. Al pintar, no siempre buscas presentar una obra perfecta, sino que pretendes hablar de ti, de tus momentos y expresiones. Los seres humanos nos conocemos no solo por medio del arte. Cada elemento que plasmas en un lienzo es una propuesta y una protesta que nos ayuda a entendernos.
¿Cuál ha sido tu trayectoria?
Cuerpo humano, rostros, caballos y retrato. Para mí, hasta un pequeño trazo con vida es saber que llegué a la síntesis de todo y, especialmente, los equinos son seres que, por medio de una mirada, postura o movimiento, me permiten expresar mil emociones y sentimientos; representan sensibilidad, erotismo y mucha introspección. Yo nunca elegí a los caballos, ellos me eligieron a mí para poder plasmar lo que necesitaba poner afuera.
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